Estas últimas lluvias en Chile nos dejan un saldo muy preocupante.

La Autopista Vespucio Oriente se vuelve a llover. A pesar de que se ha realizado un trabajo de reparación los meses recientes, las filtraciones vuelven, ahora en otros puntos.

El Metro de Santiago se ve obligado a detener su funcionamiento en un tramo, de la línea 6, por causa de la presencia de napas subterráneas.

Las viviendas sociales de la rotonda Atenas, manifiestan fuertemente daños por filtraciones que ya se conocían con anterioridad.

Departamentos y casas de alto costo también son afectados por los daños que causaron filtraciones. Los defectos se aprecian transversalmente.

Esto es lo que la prensa denuncia sólo en Santiago, pero el daño oculto es mucho mayor a lo largo del país. Existen asimismo ciudades emplazadas sobre terrenos salinos que, con una lluvia violenta, producirá graves problemas.

Las fragilidades de nuestras construcciones son graves frente a los efectos de las lluvias. Como se manifiestan actualmente, ya no son goteras y humedades, son flujos de agua que penetran las estructuras. En la mayoría de estas obras se realizaron anteproyectos, proyectos de ingeniería, inspecciones técnicas. Trabajaron empresas constructoras y mandantes con sólidos equipos profesionales, ¿qué pasó?, ¿se pensó que en Chile nunca más llovería? Evidentemente, no.  Lo que sucede es que NO EXISTE UN PROYECTO DE IMPERMEABILIZACIÓN, al igual como existe un proyecto estructural, de electricidad o alcantarillado.

La industria de la construcción en Chile es sólida. Estos errores deben servir para realizar un proceso de mejora y dar al país la respuesta que necesita.

¿CONSECUENCIAS DE ESTA SITUACIÓN?

El daño a la calidad de vida de las personas es evidente y se le somete a una grave inseguridad.

El daño estructural futuro a edificaciones y obras civiles y su consecuente depreciación, es una que nadie finalmente asume. La pérdida patrimonial es demoledora para una familia afectada y para las empresas involucradas.

Esto lleva a una pérdida de credibilidad de las personas, en sus profesionales, empresas, y organismo del Estado. Finalmente, en el sistema de Gobierno.

Si no se toman medidas en forma urgente, el cambio climático no solo deteriorara las actuales edificaciones, sino que también las que sigamos construyendo con los mismos criterios.

Ha llegado el momento de enfrentar este problema en forma radical. No cabe una indiferencia frente a lo que está sucediendo y lo que puede suceder.

Existen varias instancias que harán el cambio.

  • El Estado debe manifestar su preocupación y ser consecuente, incorporando el concepto de la impermeabilidad de las estructuras, en la legislación madre de la Construcción, la Ley General de Urbanismo y Construcción al igual que la OGUC. Estos documentos base que rigen el quehacer de la construcción, hoy no consideran esta especialidad. Parece ridículo, pero es así.
  • Esta modificación impulsará el desarrollo de normativa en el sector, que presionará positivamente en mejorar materiales, procedimientos y mecanismos de control, para esta especialidad. En tal sentido es clave el trabajo que están realizando en conjunto el MINVU, INN y Asimp, pero se necesita una mayor velocidad. Exigir un proyecto de impermeabilización es fundamental en las obras de construcción.
  • Desde esta base normativa, se permitirá que organismos como las Direcciones de Obras Municipales jueguen un rol más vigilante y las universidades tengan la obligación de impartir cátedras y desarrollar estudios e investigaciones.
  • De igual modo, se podrán desarrollar seguros que resguarden eventuales daños en las edificaciones. Para esto, es vital la existencia de Normas y Proyectos de Impermeabilización, lo que no ocurre en la actualidad.
  • En esta nueva realidad, se impactarán los plazos de garantía y responsabilidades al respecto.

Los beneficios son muchos, costos involucrados muy bajos. En Construcción hacer las cosas bien a la primera presenta mayores beneficios que volver a reparar. Todos serán beneficiados con una Política de Estado al respecto.

El Estado no puede seguir observando cómo pasan estos acontecimientos, sin tomar medidas. Y estas medidas que se deben tomar, están dentro de su ámbito inmediato.

Los altísimos recursos involucrados en reparaciones son pérdidas absolutas para un país como Chile, los cuales podrían invertirse en otras actividades, generando mayor valor.

Fernando Francovich Guerra – Gerente Técnico ASIMPCHILE. Constructor Civil Pontificia Universidad Católica de Chile. Ex Presidente Colegio de Constructores Civiles de Chile. Director Serviu Metropolitano 1994-1997, Asesor Ministerio de la Vivienda y Urbanismo 1997.

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